Israel Fernández, éxito arrollador a la hora en punto
Fue Camarón, hombre de pocas palabras en público salvo las celestiales que regalaba a través de su cante, quien dijo que solo había dos tipos de flamenco: el que transmite y el que no. Aunque suene a simplificación, a blanco o negro, en esencia no hay más verdad que esa más allá de las divisiones académicas entre cante grande y chico. Como bien matizaba la añorada Perla de Cádiz, el cante lo hace grande o chico quien lo canta. Y así, en un arte universal que se nutre del sentimiento, ya sea el más triste o el más alegre, únicamente la capacidad de contagiarlo a quien escucha pone en valor su ejecución. No requiere esfuerzo. O te llega o no.